9.07.2011




Cuando, finalmente vencida, logre convertirme en sombra; me ocultaré detrás de cada palabra que habita en esos libros que amas.
Entonces, en cada noche que compartas con los duendes del desvelo, vas a narrarme.
Notarás el nuevo sabor en los vocablos que ya conoces. Sentirás de forma hiriente el gusto ocre y ferroso de las oraciones. Cada párrafo ahogará tu aliento en letanía.
Aquellas palabras que alguna vez evocaron detrás de tus ojos paisajes utópicos, de forma nociva engendrarán un reptil de baba amoniacal.
Sólo por diversión derretiré tus neuronas, y me tragaré la mitad de tu cerebro.
Me sentiré dulcemente profanada cuando, adictamente, me recorras con tu feérica mirada.
Muda y etérea, permitirás que entre en tu mente y allí reinaré sobre tus pensamientos.
Haré que cada aroma, cada sonido lleve mis labios. Y será solo mi nombre lo que puedas pronunciar cuando le hables a tu amante.
Plasmaré con ácido imágenes de mí en tu cabeza. Arderán las imágenes de mí en tu cabeza.
Buscaré entre tus recuerdos, los más dolorosos y haré que los revivas. Una y otra vez, una y otra vez.
Y cuando creas haber hallado paz en la inconciencia, me verás contaminando tus sueños. En ellos te mostraré tierras enfermas, mundos obsoletos con océanos de lodo, ciudades de carne muerta y silencio corrompido. Mundos internos, erigidos por tu oscuridad.
Te despertaré con la caricia helada de los rayos primerizos y con el peso de un beso plúmbeo en tu frente.